El camino de la Vera Cruz por la comarca de Tarazona y el Moncayo
Itinerario:  Malón – Tarazona – Grisel – Vera de Moncayo – Alcalá de Moncayo – Talamantes
Ficha técnica
Horario
9:15 h.  
Desnivel de subida
790 m.  
Desnivel de bajada
335 m.  
Distancia horizontal
32,2 Km.  
Tipo de recorrido
A pie  
Descripción
La ciudad de Caravaca de la Cruz es una de las cinco ciudades santas del mundo, junto a Roma, Jerusalén, Santiago de Compostela y Santo Toribio de Liébana.
Uno de los camino de peregrinación hacia la población murciana parte del Pirineo y cruza la comarca de Tarazona y el Moncayo para continuar hacia el sur.
Situada en el extremo occidental de la provincia de Zaragoza, esta comarca es además fronteriza con las comunidades de Navarra, Castilla y León y La Rioja, en un territorio de paso entre la meseta castellana y la depresión del Ebro. Dieciséis municipios conforman la comarca, con Tarazona, la ciudad episcopal, como cabecera, repartidos por un extenso terreno de valle y piedemonte, cruzado por los ríos Huecha y Queiles-Val en su camino hacia el Ebro.
Con estas características físicas, su trayectoria económica ha sido principalmente agrícola-ganadera, a lo que se sumaban las actividades maderera, de carboneo y de extracción de hierro en las tierras más altas.
El Moncayo, montaña sagrada en la antigüedad y querida por todos los habitantes de la comarca, guarda un verdadero remanso de biodiversidad único en Europa, que convierte en orgullosos y habituales visitantes a sus vecinos.
La primera población de la comarca por la que pasa el Camino de la Vera Cruz es Malón. Pueblo de origen medieval, conserva un curioso trazado urbano circular y varias casonas de interés, como el palacio barroco de los Irazoqui. La iglesia de San Vicente Mártir es del siglo XVI.
El pueblo se eleva ante la vega del Bajo Queiles y esta vinculación con el río hace que tenga una innovadora y atractiva instalación expositiva donde antes se enclavó su castillo medieval, junto a la que hay acondicionado un excelente mirador.
Salimos de Malón bordeando la vega por la Vía Verde del Tarazonica para ir hacia la ciudad de Tarazona, que se aprecia monumental a los pies de la sierra del Moncayo.
Llegamos a la villa por la zona de andenes abandonados, donde veremos un cartel informativo. Podremos visitar la ciudad –tras pasar por la oficina de turismo– o continuar el camino por la zona nueva, circunvalando Tarazona en dirección al seminario menor, frente al que, en el cruce de la carretera de Zaragoza, encontraremos el mojón de salida.
Habitada desde época prerromana, Tarazona fue un importante enclave celtibérico (Turiazu) que, con la romanización, llegó a ser la próspera ciudad de Turiaso, ejerciendo un importante papel organizativo sobre las poblaciones de la cara norte del Moncayo. Desde aquellos precedentes hispano-romanos, Tarazona ha ido acumulando un notable patrimonio histórico-artístico que reúne obras de muy distintas épocas y que configura un excepcional conjunto monumental.
Desde la capital comarcal, partimos hacia Grisel por el camino que hay en el cruce frente el seminario menor. El camino está asfaltado en sus primeros metros, empinándose hacia la meseta previa a la sierra. Pronto iremos por caminos de tierra de fácil tránsito y únicamente tendremos que tener cuidado con el cruce de la carretera a Grisel, aunque no tiene mucha circulación.
Subimos al núcleo urbano por un viejo camino, donde podemos visitar la localidad y ver una reproducción construida de las cabañas de piedra utilizadas por los pastores en las frías tierras del monte.
El casco urbano de Grisel se ubica bajo un castillo del siglo XIV, uno de los más majestuosos y mejor conservados de esta época; junto a él se encuentra la iglesia renacentista de Nuestra Señora de la Asunción. En el término municipal también destaca la ermita de Samangos, resto de un despoblado medieval.
Uno de sus grandes atractivos es el cercano pozo de los Aines, una gran sima de 30 m de profundidad que se encuentra en medio de un campo de olivos de propiedad particular. Esta depresión del terreno presenta un microclima propio, con 10 oC de media. En parte de su término municipal también se eleva el monte La Diezma, donde hay instalado un excelente mirador.
Salimos de Grisel frente a la puerta de la piscina municipal, único lugar para avituallarse, y nos vamos por el primer camino que sale a la izquierda en dirección a Vera de Moncayo atravesando campos de cultivo de secano, principalmente cereales, salvando pequeños desniveles y alguna que otra loma, y siempre sintiendo la vecindad del Moncayo como compañero de viaje, permanente tentación para montañeros y senderistas.
Llegamos a Vera y la cruzamos atravesando el núcleo urbano. El pueblo conserva restos del castillo del siglo XIV, símbolo del poder de los abades en la localidad. El templo parroquial, dedicado a la Natividad, es del siglo XVI y en su interior guarda el retablo de San Bernardo, obra capital de la escultura renacentista.
Partimos de Vera de Moncayo y, a poco más de un kilómetro, caminando por una senda peatonal paralela a la carretera, pasamos justo por la puerta de uno de los principales monumentos de Aragón, el antiguo monasterio cisterciense de Nuestra Señora de Veruela, un soberbio conjunto declarado Monumento Nacional en 1919, que aúna elementos medievales, renacentistas y barrocos.
Tras visitar el monasterio, continuamos camino hacia el municipio de Alcalá de Moncayo por la pequeña carretera de Añón, que corona la vega del río Huecha y separa de los campos cerealísticos de la falda del Moncayo.
El acceso a Alcalá, tras dejar la carretera a Añón, es espectacular, por la ubicación del pueblo en lo alto de un cerro. Esta población, típicamente moncaína, mantiene en pie parte de su castillo medieval del siglo XII y, sobre todo, ofrece excelentes vistas del Parque Natural del Moncayo.
Cruzamos la villa por la calle principal y junto al ayuntamiento nos vamos a la izquierda, dirección sur, sobre la nueva urbanización que hay en las afueras, siguiendo las señales del sendero de Gran Recorrido GR 260-Vuelta al Moncayo, convertido ya en un clásico de las pruebas de ‘ultramaratón’ en Aragón, gracias a la Calcenada de verano.
El camino de tierra sigue amplio hacia Talamantes, cruzando la cañada de Purujosa (por donde transcurre la vereda de Ambel a Purujosa), para llegar al collado de Añón, antes de descender a Talamantes. La subida del collado es empinada pero corta y casi todo el camino en este tramo tiene un asfalto viejo.
Desde la entrada a la cañada iniciamos contacto con el GR 90, que nos acompañará hasta Talamantes, coincidiendo con el GR 260.
Al llegar a la altura del castillo de Talamantes el recorrido deja el camino y va por senda hasta el núcleo urbano.
Visor
Perfil
Puntos de interés
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