Descripción
La estratégica situación geográfica de la ciudad de Tarazona, asentada en el valle medio del río Queiles, sobre un pequeño cerro, propició su poblamiento ya desde época celtibérica. La rica historia de la localidad está presente tanto en su urbanismo y arquitectura, como en la vida cotidiana de sus gentes.
Desde la Edad Media, Tarazona dispuso de un completo sistema defensivo, con muros en cada uno de los barrios y una muralla exterior que incluía el casco urbano y zonas sin edificar.
Comenzamos el itinerario circular desde la plaza de España o del Mercado, donde se encuentra el ayuntamiento de Tarazona. Este edificio fue construido junto a la muralla, apoyándose en ella, entre los años 1557 y 1563, cumpliendo también la función de lonja, granero y mirador desde el que contemplar los espectáculos taurinos y las celebraciones populares.
Desde la plaza del Mercado avanzamos hacia la calle Alfara, donde podemos disfrutar de los restos de lienzos de muro y varios torreones visibles en la cuesta de la Alfara, en la calle Mayor y en las plazas del Puerto y la Laguna.
Precisamente, junto a la plaza de la Laguna se encuentra el convento de Nuestra Señora de la Concepción, fundado con el patrocinio de la ciudad en 1541, junto al recinto amurallado.
Su campanil se asienta sobre uno de los cubos de la muralla, cedido por la ciudad a las religiosas en 1557.
Tras cruzar una puerta del recinto fortificado, continuamos en paralelo a los muros del convento y descendemos hasta la calle Niñer, donde encontraremos el impresionante mirador de San Prudencio. Desde esta atalaya construida sobre los restos de la muralla podemos contemplar la zona más moderna de la ciudad, con la ermita de la Virgen del Río, la catedral de Santa María de la Huerta, la plaza de toros octogonal y, en días soleados, el Moncayo.
Desde el mirador continuamos hasta la plaza de la Cárcel Vieja. Este rincón de la ciudad nos hace retroceder hasta las invasiones del siglo III, cuando la parte baja de la ciudad fue destruida. Los supervivientes de la masacre quedaron recluidos en la zona del Cinto. Pero en el siglo VI, Tarazona se recupera y se convierte en una de las plazas fuertes más importantes del reino visigodo frente a los vascones.
La estructura urbana de la nueva urbe era similar a la ciudad bajoimperial, aunque muy marcada por su carácter militar y episcopal. La catedral visigoda se ubicaría en el actual templo de San Atilano o en el de la Magdalena, dentro del Cinto, al menos desde el año 449.
Un poco más abajo, junto a la otra fachada de la iglesia de Santa María Magdalena, en la plaza de Palacio, se encuentra el edificio que da nombre al lugar, el palacio Episcopal. El obispo turiasonense Pedro Pérez Calvillo, se encargó en 1386 de adquirir la antigua Zuda musulmana como futura residencia para sus sucesores. Pero no sería hasta casi doscientos años después, cuando se viera terminado aquel ambicioso proyecto, durante el episcopado de Juan González de Munébrega. Este prelado proyectó la construcción del sensacional corredor apoyado en robustos arcos de ladrillo que se asoma sobre el río Queiles. De toda la fábrica del palacio, destacan algunos elementos de corte renacentista, como el hastial-retablo de la parte derecha de la fachada, presidido por San Pedro, o la impresionante cúpula de la escalera noble, rica en detalles y adornos. La sede episcopal cuenta también con uno de los archivos más ricos y completos de toda la comarca de Tarazona y el Moncayo. Además de las diferentes estancias dedicadas a las labores eclesiales, este edificio acoge en sus dos plantas inferiores y dentro de la llamada Torre de Hércules, la Exposición Permanente “Arqueología del Moncayo”.
Tras descender por la calle Rúa Baja de Bécquer nos adentramos en el barrio de la Judería. Esta encrucijada de calles esconde algunos de los rincones más auténticos y misteriosos de la ciudad de Tarazona. En esta zona más antigua se encuentran las casas Colgadas, curiosas construcciones cristianas levantadas en voladizos para ganar terreno al recinto amurallado, donde vivían algunas de las familias nobles como los López de Gurrea.
Desde la calle Judería regresamos a la plaza del Mercado donde completamos la ruta circular.