Gustavo Adolfo Bécquer nació en Sevilla en 1836. Con 11 años se quedó totalmente huérfano, lo que le llevó a vivir con su madrina. La mujer poseía una completa biblioteca de la que Bécquer disfrutaba largo ratos. Tras dejar sus estudios de pintura se trasladó a Madrid, donde comenzó a escribir, pero a los 21 años enfermó de tuberculosis y nunca llegaría a recuperarse por completo.
En 1864 consiguió un puesto gubernamental como censor de novelas y comenzó a escribir Cartas desde mi celda, mientras disfrutaba de un reposo en el monasterio de Veruela, debido a su delicada salud.
Así, por consejo se su amigo intimo Augusto Ferrán y acompañado de su hermano Valeriano, Bécquer se retira al monasterio en el que se ha instalado una hospedería en las antiguas celdas. Desde allí, remitirá al periódico sus famosas Cartas desde mi celda.
El contenido de estas cartas versa de las observaciones de Bécquer durante sus viajes por la zona del Moncayo. La primera evoca el viaje en tren desde Madrid a Tudela; el paso en diligencia de allí a Tarazona y la excursión al monasterio en mula. Este recorrido nos invita a callejear por Tarazona para conocer algunos de los lugares de la ciudad transitados por el poeta, ya que tras apearse de su viaje en la plaza de San Francisco, donde antiguamente estaba el parador de San Francisco, mandó a un joven que cargara con su equipaje y se adentró en la ciudad por sus estrechas calles.
Así, subiendo por la calle Cañuelo alcanzamos el excolegio de los Padres Jesuitas, con su iglesia dedicada a San Vicente Mártir, que data de mediados del siglo XVII. Aquí pasó sus últimos días el padre de la prosa conceptista, Baltasar Gracián y Morales.
Avanzamos por la calle Tudela hasta alcanzar las cuatro esquinas donde concluyen las calles Tudela, Teatro, Rudiana y Capuchinos. En esta última se encuentra el bar Los Escudos.
Nos desviamos por la calle Teatro, llamada así por albergar desde 1664 el corral de comedias de la ciudad. Tarazona carecía de un lugar apropiado para representar las obras teatrales y, cuando los comediantes se acercaban a la ciudad, estos debían representar sus comedias en lugares poco propicios y decentes, donde hombres y mujeres estaban mezclados. Sabido es que los corrales de la época delimitaban el espacio para ambos sexos.
Por ello, se decidió la construcción de un corral, aprovechando el abandono del granero de la Almehora, para su mejor ubicación. El 26 de agosto de 1921 se inauguró el nuevo teatro de Tarazona: el Teatro de Bellas Artes.
Junto a la calle Teatro, se encuentra la plaza del Almehora, donde Bécquer se hospedó por primera vez en su visita a Tarazona, concretamente en la posada del Obispo.
Pasamos bajo la puerta de San Ginés, patrón de los actores y subimos por la calle Cilla Baja hasta salir a la plaza de España, escenario de la “Carta V” de Bécquer, de sus Cartas desde mi celda, en la que dice:
“Entre los muchos sitios pintorescos y llenos de carácter que se encuentran en la antigua ciudad de Tarazona, la plaza del Mercado es, sin duda alguna, el más original y digno de estudio. Parece que no ha pasado para ella el tiempo, que todo lo destruye o altera…”
Nos vamos ahora a la calle Aires y nos desviamos por la Rúa Alta de Bécquer, donde finalizaremos el recorrido. En esta calle se especula con la posibilidad de que estuviese la llamada posada de Bécquer.