La permanencia de Gustavo Adolfo y Valeriano Bécquer en el monasterio de Veruela supuso que este entorno ejerciera una gran influencia en sus obras. Este itinerario recorre algunos de los lugares transitados o nombrados por Gustavo Adolfo Bécquer en sus obras.

La ruta parte del monasterio, que constituye uno de los conjuntos patrimoniales más emblemáticos de Aragón. Se trata de una fundación cisterciense de 1145, promovida por el noble Pedro de Atarés, siendo la pionera de esta orden en Aragón.
Los monjes llegaron poco después, en 1171, procedentes del monasterio navarro de Fitero, y la vida monacal perduró hasta la desamortización de 1835. Fue durante esa época cuando el poeta Gustavo Adolfo Bécquer escribió en este lugar 'Cartas desde mi Celda'.
En 1877 el monasterio fue cedido a la Compañía de Jesús, que instaló en él un importante noviciado, lo que supuso la revitalización religiosa del lugar.
Fue declarado Monumento Artístico Nacional ya en 1919 y en 1973 volvió al Estado, el cual lo transfirió a la Diputación de Zaragoza dos años después, institución que lo adquirió definitivamente en 1998.
Desde Veruela tomamos la carretera que lleva a Vera de Moncayo y, desde la población, continuamos por la CV-610 hasta que, en Trasmoz, cogemos la CV-611 hacia Los Fayos.; pero unos kilómetros antes de alcanzar el pueblo debemos de desviarnos hacia Santa Cruz de Moncayo.
Bécquer se detuvo en esta población, en uno de los paseos que daba desde el monasterio de Veruela y en ella, debido a que se encontraba muy sediento, llamó a una casa para pedir agua. Un agradable señor le dio hasta tres cuencos de agua y el escritor, tras saciar su sed, le dio las gracias, a las que el señor contestó: “No vaya a pasarnos igual que a nuestros antepasados, que no ofrecieron agua a un hombre poco arreglado que pasó por el pueblo y, al día siguiente, Santa Cruz de Moncayo sufrió una riada que se llevó hasta el ganado”. La inundación había sido enviada por Dios, que era el hombre que el día anterior había pedido agua. Esta curiosa historia inspiró el escrito de Bécquer titulado 'El cuenco de Dios'.
Desde Santa Cruz continuamos la carretera hasta alcanzar la capital de la comarca: Tarazona.
Bécquer visitó Tarazona en numerosas ocasiones y recientes estudios han dejado entrever que se alojaba en la actual calle de las Posadas (todavía se especula con la posibilidad de que sea en Rúa Alta, a la que se ha dado su nombre). El recio carácter de los turiasonenses, amantes de su ciudad y su entorno, presidido por el venerado Moncayo, ha hecho posible la rica población que hoy nos sorprende con una exuberante arquitectura. Por algo Bécquer la llamó cariñosamente la “pequeña Toledo aragonesa”.