Descripción
El barrio judío es uno de los espacios más antiguos y significativos de Tarazona, así como uno de los símbolos definitorios de su sociedad multicultural, pues aquí coexistieron cristianos, judíos y musulmanes durante toda la Edad Media.
A través de esta ruta urbana se dan a conocer las claves de la historia, el urbanismo, la sociedad y la vida cotidiana de una comunidad íntimamente ligada a la ciudad de Tarazona.
Comenzaremos el recorrido en la intersección de la plaza de España y la calle Aires, donde se encontraba la puerta de la Plaza Nueva, ya que el recinto judío ocupaba un amplio sector urbano protegido por un recinto defensivo, con varias puertas de acceso o trenques en las embocaduras de las principales calles de la red viaria, que se cerraban por la noche o en momentos de peligro por motivos de seguridad. Otras entradas eran las de la Porticiella (un portalito en el tramo de la Rúa Baja, contiguo a la morería, donde finaliza la calle San Juan) y la puerta situada debajo de la Zuda (en la Rúa Alta, a la altura del Centro de Estudios Turiasonenses), en cuyas proximidades apareció la cimentación de una atalaya defensiva.
Al inicio de la calle Judería, muy cerca de la antigua puerta de la Plaza Nueva, encontraremos un cartel explicativo de los tiempos de la “Edad de Oro” de esta judería y de Mosé de Portella, que fue uno de los personajes de mayor relieve de la aljama, ejerciendo el cargo de baile real entre 1273 y 1286, durante el reinado de Pedro III el Grande.
Si continuamos por la emblemática calle Judería, encontraremos información sobre la crisis del siglo XIV, centuria en la que la comunidad judía sufrió los efectos tanto de la peste Negra de 1348, que diezmó la población, como de las invasiones provocadas por la guerra de los Dos Pedros (1357-1360), que arrasaron el barrio, incluida la sinagoga. También tuvieron graves consecuencias las persecuciones desencadenadas en la Corona de Castilla en 1391, que hicieron cundir el miedo, favoreciendo una oleada migratoria y la fuga de capitales. No obstante, los judíos colaboraron en la reconstrucción de la ciudad, pues constituían una parte fundamental de esta sociedad multicultural.
La Inquisición también estuvo presente en Tarazona, ya que el Santo Oficio tuvo en sus orígenes un tribunal en la ciudad, ubicado en el palacio episcopal, aunque su actividad fue breve (1484-1507), provocando la conversión de algunas familias principales. Asimismo, una vez decretado el edicto de expulsión de 1492, casi la mitad de la población optó por el bautismo, mientras que el resto abandonó la ciudad para regresar años después, entrando a formar parte de la oligarquía concejil.
Aprovechando el adarve de la muralla del barrio del Cinto, se construyó un conjunto de viviendas cuyas fachadas traseras quedan voladas sobre la calle Judería: son las conocidas Casas Colgadas, que aportan una gran belleza y singularidad a este rincón de Tarazona.
Según algunas hipótesis, hubo una modesta presencia judía en la Turiaso romana y, más tarde, en el período visigodo (siglos VI-VII), en el que se acuñaron monedas de oro y se reactivó el comercio. Gracias a un registro interno de la aljama se sabe que la judería constaba de 52 hogares, unas 225 personas. Esta cifra se incrementaría en la segunda mitad del siglo XV, llegándose a contabilizar casi 300 judíos.
Al final de la calle Judería alcanzamos la judería Vieja, que constituye el asentamiento original de esta minoría. Localizada a los pies de la Zuda, contaba con medio centenar de viviendas y albergaba la sinagoga mayor.
En la plaza de la Mata encontramos información sobre el riguroso control en la alimentación que llevaba a cabo esta comunidad, desde los alimentos permitidos hasta el ritual del sacrificio de la carne. También son conocidos sus tres grandes festejos: el Sabbat, el ayuno del Gran Perdón y la Pascua.
Desde la plaza de la Mata visitaremos la zona de la Porticiella, en la Rúa Baja, y continuaremos por ésta, en bajada, hasta alcanzar la aljama. Su organización interna se consolidó en el siglo XIV, cuando la asamblea plenaria delega en un consejo consultivo. Contaba con una pequeña burocracia, además de un notario y un rabino.
En la plaza de Nuestra Señora o de la judería Nueva, por la puerta del Barrio Nuevo, que se encuentra junto a la placeta, encontramos un cartel informativo sobre la indumentaria, cuyo traje judío diferenciado, impuesto por IV Concilio de Letrán (1215), se consolidó en el siglo XIV, reflejando la condición social de quien lo vestía.
Bajo el arco de Santa Ana se encuentra la entrada a la judería Nueva, que nació tras el sínodo diocesano de 1392, en el que el obispo exigía la estricta segregación de judíos y cristianos.
Desde el arco de Santa Ana subimos por la Cuesta de los Arcedianos y continuamos hasta la calle Aires, donde encontraremos información de los impuestos exigidos por la aljama y sobre los artesanos, que constituían la mayoría de la población activa.
En la calle Rúa Alta hallamos una de las sinagogas de la ciudad judía, ya que tenía dos, la mayor y la menor. Esta era la principal, siendo un edificio humilde que constaba de una sola nave cubierta con madera a doble vertiente.
Para terminar, siguiendo por la Rúa Alta, daremos con la zona de los mercaderes, que atendían tanto la demanda interna de Tarazona como la de los núcleos urbanos próximos e, incluso, intervenían en el comercio con Navarra, Castilla y el resto de Aragón.